Tiempo de Cocción de Cigalas: cómo acertar siempre

Cocer cigalas es un arte de precisión. Pasarte un minuto y obtienes carne gomosa. Quedarte corto y el interior está crudo. La buena noticia: el tiempo de cocción de cigalas depende únicamente del tamaño, no de si están frescas o congeladas. Con un cronómetro y esta guía, acertarás siempre.

Los Tiempos Exactos Según el Tamaño

La diferencia entre una cigala perfecta y un desastre culinario se mide en segundos. Aquí está la tabla que necesitas memorizar:

Cigalas pequeñas (menos de 100g): 90 segundos Cigalas medianas (100-125g): 2 minutos Cigalas grandes (125-175g): 2 minutos y medio Cigalas extra grandes (más de 175g): 3 minutos

Atención: estos tiempos cuentan desde que el agua vuelve a hervir después de introducir las cigalas. Este detalle cambia todo.

Si no tienes báscula, fíate del tamaño visual. Una cigala mediana mide unos 15-18 centímetros. Las pequeñas rondan los 12 centímetros. Las grandes superan los 20 centímetros fácilmente.

El Error Que Cometen Todos (y Cómo Evitarlo)

El problema no es saber cuántos minutos poner. El problema es saber cuándo empezar a cronometrar.

Cuando introduces las cigalas en el agua hirviendo, la temperatura baja instantáneamente. El agua deja de burbujear durante unos segundos. Ahí está el truco: no empieces a contar hasta que el agua rompa a hervir de nuevo. Si cuentas desde el momento en que echas las cigalas, te pasarás seguro.

Observa el agua. Cuando vuelvas a ver burbujas grandes y constantes, arranca el cronómetro.

Hay una señal visual infalible para saber si están listas: el color. Las cigalas crudas tienen un tono rosado pálido. Cuando están cocidas, viran a un naranja intenso brillante. Si pasados los minutos indicados el color no ha cambiado del todo, dales 20 segundos más.

Cigalas Congeladas: ¿Hay Que Descongelarlas?

Sí, siempre. No hay atajos que funcionen bien.

Las cigalas congeladas deben descongelarse lentamente en la nevera entre 12 y 24 horas antes de cocinarlas. Colócalas en un recipiente que recoja el agua que sueltan. Si tienen la cáscara intacta, cúbrelas con un paño ligeramente húmedo.

¿Por qué este método? Porque la descongelación gradual mantiene intacta la textura de la carne. Un cambio brusco de temperatura la vuelve blanda y aguada.

Si te pilla el tiempo y necesitas acelerar el proceso, sumérgelas en agua fría durante una hora. No es lo ideal, pero el resultado sigue siendo decente. Cambia el agua cada 15 minutos para que se mantenga fría.

Lo que nunca debes hacer: descongelar a temperatura ambiente. Las bacterias se multiplican a velocidad de vértigo entre 4°C y 60°C. Una cigala que ha estado dos horas sobre la encimera es un riesgo sanitario.

Una vez descongeladas, consúmelas en las siguientes 24 horas. Si no puedes, cuécelas y guárdalas cocidas en la nevera. Aguantan dos días más así.

La Técnica del Choque Térmico (Tu Mejor Aliado)

Aquí está el secreto de los profesionales: el baño de hielo.

Cuando retiras las cigalas del agua hirviendo, su interior sigue cocinándose por el calor residual. Ese minuto extra puede convertir una cigala perfecta en una cigala pasada. Para evitarlo, necesitas detener la cocción en seco.

Prepara antes de empezar un bol grande con agua fría, sal (30 gramos por litro) y hielos abundantes. Cuanto más hielo, mejor. El agua debe estar helada de verdad, no simplemente fresca.

En cuanto saques las cigalas del agua hirviendo con una espumadera, sumérgelas directamente en el baño helado. Déjalas un minuto exacto. No más, no menos.

Este choque térmico hace tres cosas: corta la cocción al instante, fija la textura de la carne para que quede firme y tersa, y hace que la cáscara se despegue más fácilmente al pelarlas. Es la diferencia entre una cigala profesional y una casera.

Después del baño de hielo, escúrrelas bien y sírvelas. Ya están listas.

Los 4 Pasos Para Cocer Cigalas Perfectas

Ahora que conoces la teoría, aquí está el proceso completo sin complicaciones.

Paso 1: Prepara el baño de hielo

Llena un bol grande con agua fría, añade sal (30 gramos por litro) y todos los hielos que tengas. Remueve para que la sal se disuelva. Reserva. Este paso lo haces antes de encender el fuego, no después.

Paso 2: Hierve el agua con sal

Pon una olla amplia con agua abundante al fuego. Las cigalas deben quedar completamente cubiertas. Añade 70 gramos de sal por cada litro de agua. Si quieres darles un toque aromático, echa dos o tres hojas de laurel. Nada más. Algunos añaden limón, pero puede enmascarar el sabor del marisco.

Espera a que el agua hierva con fuerza antes de seguir.

Paso 3: Añade las cigalas y cronometra

Introduce las cigalas en el agua hirviendo. Si están vivas (poco probable, resisten muy poco fuera del agua), mételas en agua tibia primero hasta que mueran. Así evitas que pierdan las patas por el shock.

El agua dejará de hervir momentáneamente. Espera a que vuelva a romper el hervor. En ese momento exacto, activa el cronómetro y cuenta según el tamaño: 90 segundos para pequeñas, 2 minutos para medianas, 2 minutos y medio para grandes, 3 minutos para extra grandes.

No te alejes de la cocina. Treinta segundos de más arruinan el plato.

Paso 4: Choque térmico y listo

Retira las cigalas con la espumadera en cuanto suene el cronómetro. Sumérgelas inmediatamente en el baño de hielo. Un minuto dentro, escurrir y servir. Fin.

¿Frescas o Congeladas? La Diferencia Real

Existe el mito de que las cigalas frescas se cocinan diferente a las congeladas. Falso.

Si las congeladas están bien descongeladas, el tiempo de cocción es exactamente el mismo. La diferencia no está en la técnica, sino en el punto de partida.

Las cigalas frescas, recién pescadas, tienen una textura más firme y un sabor ligeramente más intenso. Pero la realidad es que pocas veces llegarán frescas a tu cocina. Este crustáceo resiste muy poco tiempo fuera del agua. En España, la temporada de pesca va de junio a septiembre, y aun así es raro encontrarlas vivas en el mercado.

Las congeladas de buena calidad, congeladas en origen, conservan prácticamente todas sus propiedades. La clave está en comprarlas en sitios de confianza y descongelarlas correctamente.

¿Cómo reconocer cigalas frescas de calidad? Color rojo anaranjado intenso, sin manchas negras en la cabeza o el cuerpo (señal de que no están frescas), y olor a mar limpio. Si huelen mal o tienen zonas oscuras, descártalas.

Tres Señales de Que Te Has Pasado

A veces, por despiste o por mala suerte, te pasas de cocción. Aprende a identificarlo para ajustar la próxima vez.

Señal 1: Carne blanda y difícil de pelar

La carne se deshace al intentar sacarla de la cáscara. Se queda pegada y se rompe en trozos. Una cigala bien cocida sale entera con facilidad.

Señal 2: Textura gomosa al masticar

Muerdes y notas resistencia. La carne debería ser firme pero tierna, no dura. Si tienes que masticar mucho, está pasada.

Señal 3: Sabor menos intenso

La sobrecocción diluye el sabor. Una cigala perfecta explota en la boca con un gusto dulce y marino. Si sabe insípida, has cocido demasiado.

La solución es simple: la próxima vez, resta 20 o 30 segundos al tiempo. Mejor quedarse un pelín corto que pasarse. Una cigala ligeramente poco hecha se puede terminar de cocinar. Una pasada no tiene arreglo.


Dominar el tiempo de cocción de las cigalas no requiere ser chef profesional. Requiere un cronómetro, atención y seguir los tiempos al pie de la letra. Con esta guía, cada cigala que cocines saldrá perfecta: firme, jugosa, fácil de pelar y con todo su sabor intacto. El resto es disfrutar.

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