
Tiempo de cocción del bogavante: cómo acertar siempre
Cocer un bogavante parece sencillo, pero el tiempo de cocción del bogavante marca la diferencia entre una carne jugosa y un desastre de 50 euros. La clave está en ajustar los minutos según el peso y entender si está vivo, muerto o congelado. Te cuento todo lo que necesitas saber para que te salga perfecto cada vez.
¿Por qué es tan importante respetar el tiempo de cocción?
Pasarse aunque sea cinco minutos convierte la carne en algo gomoso, seco y sin gracia. El bogavante pierde toda su textura sedosa y ese sabor delicado a mar que lo hace tan especial.
Quedarse corto tampoco es opción. Una cocción insuficiente deja zonas crudas, especialmente en las pinzas más gruesas, con una textura desagradable que nadie quiere encontrar en el plato.
Estamos hablando de uno de los mariscos más caros del mercado. Un error de cálculo no solo arruina la comida, te cuesta dinero de verdad. Por eso merece la pena conocer bien los tiempos.
Tabla de tiempos de cocción según el peso
Estos son los tiempos que funcionan, contados siempre desde que el agua vuelve a romper a hervir con el bogavante dentro:
400-600 gramos: 15-17 minutos
700-900 gramos: 18-20 minutos
1-1,5 kilogramos: 20-22 minutos
1,5-2 kilogramos: 25-30 minutos
La diferencia puede parecer pequeña, pero esos minutos de más o de menos cambian radicalmente el resultado. Pesa la pieza antes de empezar. Siempre.
Un truco útil: si tu bogavante está justo entre dos categorías, quédate con el tiempo menor y comprueba. Siempre puedes añadir un minuto más, pero no hay vuelta atrás si te pasas.
Vivo, muerto o congelado: cambia todo
Bogavante vivo
Mételo en la olla cuando el agua todavía está fría. Enciende el fuego y deja que la temperatura suba progresivamente junto con el bogavante dentro. Este método evita que las patas se desprendan por el choque térmico brutal de pasar de estar vivo a sumergirse en agua hirviendo.
Empieza a contar el tiempo cuando el agua rompa a hervir. No antes. Es el momento exacto en que la cocción real comienza.
Bogavante muerto o descongelado
Aquí cambia la estrategia. Pon el agua a hervir primero y cuando esté en ebullición plena, introduce el bogavante. Como ya no hay riesgo de que pierda las patas, puedes meterlo directamente.
Los tiempos de cocción son los mismos que para el bogavante vivo. Lo único que cambia es el momento de meterlo en la olla.
Detalle importante: si el bogavante está muerto, cocínalo cuanto antes. Estos crustáceos se descomponen rápidamente y pierden calidad en cuestión de horas.
Bogavante congelado
Lo ideal es descongelarlo lentamente en la nevera durante 24 horas antes de cocinarlo. El resultado será mucho mejor que si lo cueces directamente congelado.
Si no tienes tiempo y necesitas cocinarlo congelado, añade 5 minutos extra al tiempo estándar de su peso. El agua tardará más en volver a hervir y la pieza necesita ese tiempo adicional para cocinarse por dentro.
Cocinar un bogavante directamente del congelador sin descongelar puede hacer que la carne se pegue al caparazón y sea imposible de extraer limpiamente. Ese es el motivo por el que la descongelación lenta marca tanta diferencia.
La preparación del agua: más importante de lo que crees
El agua no es solo agua. Necesita 60-70 gramos de sal gruesa por cada litro. Si vives cerca del mar y puedes usar agua marina directamente, mejor todavía. Reproduce el medio natural del bogavante y realza su sabor sin enmascararlo.
Añade un par de hojas de laurel seco. Es opcional, pero aporta un toque aromático sutil que funciona muy bien con el marisco. No te pases: dos hojas son suficientes para una olla grande.
La cantidad de agua debe cubrir completamente el bogavante. Si queda alguna parte fuera, esa zona se cocinará de forma desigual. Usa una olla lo bastante grande para que el crustáceo quepa holgado.
Esa concentración alta de sal no está ahí por capricho. El bogavante vive en agua salada y cocerlo en un medio similar hace que conserve mejor sus jugos internos y no se resienta durante la cocción. El resultado es una carne más jugosa y con más sabor.
Los errores que arruinan un bogavante (y cómo evitarlos)
Echar el bogavante vivo en agua hirviendo. Este es el error más común. El choque térmico hace que el animal suelte las patas de golpe y pierdas parte del marisco. Siempre agua fría para bogavantes vivos.
No pesar la pieza antes de empezar. Calcular el tiempo a ojo es una ruleta rusa. Dos minutos de diferencia pueden parecer nada, pero en el bogavante lo cambian todo. Pésalo siempre.
Dejar enfriar el bogavante dentro del agua de cocción. Sigue cocinándose con el calor residual y acabas pasándote de tiempo. Sácalo en cuanto termine el tiempo exacto.
Usar poca sal. El agua debe saber salada cuando la pruebes. Si no, el bogavante quedará insípido por mucho que sea fresco y de calidad.
Cocinar un bogavante congelado sin descongelarlo. Ya lo hemos dicho, pero vale la pena repetirlo: la carne se pega al caparazón y se convierte en una pesadilla a la hora de trincharlo.
Después de la cocción: enfriado y trinchado
Cuando se cumpla el tiempo, saca el bogavante inmediatamente de la olla. Ponlo sobre una bandeja o tabla y déjalo enfriar al aire durante unos minutos. No lo metas en agua fría salvo que quieras cortar la cocción de golpe porque sospechas que te has pasado.
Para trincharlo, empieza separando la cabeza del cuerpo con un buen cuchillo. Guarda la cabeza: sirve para hacer caldos o salsas espectaculares. Luego corta la cola en medallones y golpea las pinzas con cuidado para extraer la carne sin destrozarla.
Las patas también tienen carne, aunque cuesta más sacarla. Usa unas tijeras de cocina para abrirlas longitudinalmente y extraer el interior. Merece la pena el esfuerzo.
Ahora solo queda disfrutarlo. Puedes acompañarlo con un chorrito de aceite de oliva virgen extra, un toque de limón o una salsa de mantequilla derretida. Lo importante es que la carne esté en su punto: firme pero tierna, jugosa y con todo ese sabor intenso a mar que hace del bogavante uno de los mariscos más valorados de la gastronomía.
Respeta el tiempo según el peso, distingue si está vivo o muerto, y el éxito está garantizado.
